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Discurso del presidente de la CECS en la entrega de los Premios ¡Bravo! 2022

El presidente de la Comisión Episcopal para las Comunicaciones Sociales (CECS) ha presidido este miércoles, 1 de febrero, el acto de entrega de los Premios ¡Bravo! 2022 en un acto que tiene lugar, a las 12.00 horas, en la sede de la Conferencia Episcopal.

Tras la entrega de los galardones a los premiados, Mons. José Manuel Lorca Planes ha pronunciado un discurso de clausura, donde al hilo del mensaje del papa Francisco para la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales ha invitado a los premiados a que estén «cerca de los que sufren, de los que están tristes, de los necesitados. Que tengáis puesto el corazón en ellos cuando salgáis en los medios para ser voz de los que no tienen voz: es la misión más alta que se os puede confiar.»

A continuación reproducimos íntegro el texto pronunciado por el presidente Mons. Lorca Planes, obispo de Cartagena.

Discurso de clausura

Estimados señores obispos, señor nuncio, señor secretario general.

Queridos premiados, miembros del jurado y público invitado.

Vamos terminando ya nuestra celebración de los premios ¡Bravo! Habéis visto que es una celebración sencilla, familiar, amable. No son los Oscar ni los Goya. No tienen boato, ni alfombra roja, ni mucho protocolo, pero tienen corazón; y corazón agradecido a vuestro trabajo. Son nuestros premios al mundo de la comunicación.

En esta Casa estamos firmemente persuadidos de que la comunicación es un bien imprescindible para el bien de todos. Por eso, antes de que esta misma casa existiera, desde hace 53 años, la hoy Comisión para las Comunicaciones Sociales entrega los premios ¡Bravo! En este tiempo, casi quinientas personas, empresas o instituciones han recibido un premio ¡Bravo! A todos ellos se suman hoy ustedes. Por eso va lo primero mi felicitación: lo habéis hecho bien. ¡Bravo!

Por supuesto, este premio es un reconocimiento. ¡Claro que sí! El acta del jurado así lo ha puesto de manifiesto. Algunos tenéis largas carreras que avalan este premio como César Lumbreras, Adolfo Blanco o Alberto Cuevas, por supuesto Decathlon y Ogilvy. Otros tenéis una carrera más corta pero ya luminosa y sostenida como Almudena Ariza, Jorge Bustos y Manuel Carrasco. Algunos estáis empezando como Santiago Tedeschi en Ecclesia, o la Fundación VIII Centenario de la Catedral.Burgos, que tiene ocho siglos en el nombre, pero sólo cinco años de actividades. Cada uno en lo vuestro tenéis nuestro reconocimiento por el trabajo que habéis hecho o estáis haciendo.

Pero me gustaría que este premio no solo fuera un reconocimiento sino también un estímulo. Porque vosotros os dedicáis a valores que para nosotros son esenciales como la verdad, el bien o la belleza. Son tan esenciales que creemos que el objetivo de toda vida que aspira a ser feliz es alcanzarlos: no hay felicidad sin verdad, sin belleza o sin bien.

No solo eso. Tampoco hay humanidad que no aspire a la verdad, a la belleza o al bien. El ser humano, que se va realizando y construyendo en el tiempo, se completa con esos tres elementos, y vosotros trabajáis en ellos. Con ellos, y con vosotros que nos los acercáis, nos hacemos más personas, mejores personas, con la verdad.

Vivimos un tiempo difícil en el que vosotros sois cada vez más necesarios. Es un tiempo de guerra (el papa Francisco dice de tercera guerra mundial a pedazos), un tiempo de problemas económicos y laborales, de salud y sociales, de desvinculación y autosuficiencia. Es un tiempo frío. Por eso queremos con este premio daros, no solo reconocimiento, sino también estímulo. No dejéis que los políticos, o sus políticas, os vendan una verdad prediseñada, que las economías o los sistemas os limiten conocer la verdad, que lo correcto os impida mostrar la belleza, que las maldades oscurezcan las bondades.

Como ha dicho Almudena en sus palabras creemos en una comunicación al servicio de la dignidad humana, valor inmenso siempre necesitado de protección y de reconocimiento. Queremos serviros de estímulo para intervenir con vuestros medios: con la música, con el cine, con la información, con campañas hermosas de bienes necesarios, con proyectos digitales que cuenten lo real; estímulo para dejar un mundo mejor del que hemos encontrado.

Hace una semana, el Papa escribía un mensaje para la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales, que se celebrará en el mes de mayo. En él recordaba las palabras de Jesús de que cada árbol se reconoce por su fruto y advierte que «el hombre bueno, del buen tesoro de su corazón saca lo que es bueno; y el hombre malo, de su mal tesoro saca lo que es malo; porque de la abundancia del corazón habla su boca» (Lc 6,45). Es una enseñanza universal que nos sirve a todos. Si queremos hacer bien nuestro trabajo tenemos que vigilar el corazón, nuestro interior, nuestros sentimientos, los buenos propósitos que fecundan buenas obras, la empatía con los otros, de manera especial con los que sufren y con los que están solos.

Un buen corazón dirá la verdad con caridad, sin herir, sin despreciar. Buscando el bien del otro y de todos porque la verdad sostiene el mundo y la mentira lo hunde. El buen corazón hará las cosas bellas sin utilizar a las personas, sin faltar a su dignidad, sin ofender. Más bien al contrario, buscará que esa dignidad sea realzada, enriquecida, reconocida. Una obra de arte en la música, en el cine, en el mundo digital, ensancha el corazón de la humanidad. Quienes trabajáis con el horizonte de la verdad y de la bondad servís a la causa de la humanidad.

El título del mensaje del Papa, “Hablar con el corazón, en la verdad y en el amor”, invita a ser cordial en la comunicación. La cordialidad va más allá de la amabilidad o la empatía. Busca hablar con el corazón, desde lo más profundo del ser humano y para ello hace falta cuidar el corazón. En ese camino de comunicar con el corazón, me gustaría invitaros a estar cerca de los que sufren, de los que están tristes, de los necesitados. Que tengáis puesto el corazón en ellos cuando salgáis en los medios para ser voz de los que no tienen voz: es la misión más alta que se os puede confiar. De este modo, el premio ¡Bravo! que hoy recibís es, en parte, en reconocimiento por lo que ya habéis hecho, pero en parte también, por lo que os estamos invitando a hacer. Contamos, no solo nosotros, sino el mundo entero, con vuestra profesionalidad y con vuestra cordialidad.

Ya para terminar, al mismo tiempo que agradezco y encomiendo este servicio a los premiados, quiero agradecer a todos su presencia. Esta Comisión para las Comunicaciones Sociales que presido se siente honrada con vuestra presencia. Con todos los que pertenecéis al maravilloso mundo de la comunicación y con todos los que lo acompañáis y lo sostenéis con vuestro apoyo.

¡Muchas gracias!

Mons. José Manuel Lorca, obispo de Cartagena,

presidente de la CECS